Bienaventurados son
los de limpio corazón,
que no aman el tesoro de aquí;
de tranquilidad y paz
gozan cada día más,
y del cielo el gozo tienen ya en sí.

– – – – – – Coro: – – – – – – –
¡Oh, cantemos aleluya!
Sí, de todo corazón,
por amor al Salvador,
a su nombre dad loor;
y por siempre
cantaremos de su amor.

Grande dicha y favor
me concede mi Señor,
por su sangre derramada en la cruz;
soy guardado siempre fiel
por la fe que tengo de Él,
y me regocijo andando en la luz.

Al Señor obedecer
y su Espíritu tener,
es un verdadero cielo en mi ser;
y por su inmenso amor
hacia el pobre pecador,
cantaré sus alabanzas más allá.

¡Cuán perfecta es mi paz!
No anhelo nada más
en el mundo que su luz y su verdad;
con mi amado Salvador
poseído de su amor,
estaré contento por la eternidad.

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