Oye pecador la voz de Cristo:
“Deja tus pecados ven en pos de mí,
borraré tus muchas rebeliones,
ven, y hallarás descanso en mí,
hallarás perdón y vida eterna,
libertad de todo llanto y dolor”.
¿Quieres descansar de tus pecados?
ven a mí, oh pobre pecador.

Mírale en el huerto suplicando.
En su rostro gotas hay de carmesí;
ora Cristo en su agonía,
demandando vida para ti.
Luego en la cruz cruel colgado,
coronado con espinas: ¡Cuál amor!
Su perdón nos da la paz perfecta,
dale hoy tu vida, pecador.

.¡Oh!¿Por qué no quieres aceptarle?
¿Aceptar a Cristo como Salvador?
¿Entregar a Él tu vida entera?
¿Ser guiado por tu Redentor?
Esperando con amor tan grande,
“Sigue tú mis huellas”,
clama con fervor,
“No hay otro, yo soy el camino,
ven a mí, oh, pobre pecador”.

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