El río del amor de Dios,
muy ancho es, muy ancho es;
profundo como el grande mar,
del cielo viene, viene, sí.
Sus aguas cristalinas son,
conceden gozo al corazón,
y al que bebe, salvación,
del cielo viene, viene, sí.

Y este río de amor,
del cielo viene, viene, sí;
nos quitará todo temor,
del cielo viene, viene, sí.
Y nos enseña cómo amar,
cómo al prójimo amparar,
hasta la vida terminar,
del cielo viene, viene, sí.

Deseamos el poder sentir,
del cielo viene, viene, sí.
De Dios el fuego recibir,
del cielo viene, viene, sí.
Deseamos, sus tesoros dar,
el evangelio anunciar,
y al perdido proclamar,
la salvación, la salvación.

Venid, ahora, sí, venid.
Del cielo viene, viene, sí.
Y esas aguas recibid,
del cielo viene, viene, sí.
Todo aquel que beberá,
siempre gozoso quedará,
y nunca más la sed tendrá,
el don del cielo viene, sí.

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