Soñé que el gran día del juicio
Llegó, y sonó el clarín;
Soñé ver los pueblos reunidos
Para oír de su suerte sin fin;
Del cielo bajó un gran ángel,
Y parado en tierra y mar
Juró con su diestra alzada
Que el tiempo ya no más será,

CORO:
Con llanto y duelo entonces
Los perdidos su cuenta darán:
Clamarán a las rocas: “Cubridnos.”
Orarán, pero tarde será.

El rico llegó, más su oro
Se fue y se desvaneció;
Cual pobre parose ante el trono,
De sus deudas a Dios se acordó;
El grande, también, mas la muerte
Le había quitado su honor:
Y el ángel, abriendo los libros,
No halló nada en su fervor.

Vino el moralista al juicio,
Mas vana fue su pretensión:
También los que a Cristo mataron
Hicieron moral profesión;
Y el alma que daba la excusa
“Hoy no, otro día mejor”
Halló que por siglos eternos
Sufriría pos su gran error.

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