¡Ved la fuente sanadora,
La que abrió el Salvador!
Cuyas aguas refrescantes
Son de perennal valor.

CORO:
¡OH preciosa fuente sanadora!
Para todas fluye libre;
¡OH preciosa fuente sanadora!
¡Gloria a Dios!, me sana a mí.

En la fuente que nos sana
He hallado el perdón,
Y lavado toda mancha
De mi pobre corazón.

En la fuente que no sana
Cristo ofrece la salud;
Pues venid, enfermos todos,
Probaréis su gran virtud.

Esta fuente que nos sana
Aun hoy día es eficaz:
Ven, sumérgete en ella,
Cree, y sano quedarás.

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