Maestro, se encrespan las aguas
y ruge la tempestad;
los grandes abismos del cielo
se llenan de oscuridad.
“¿No ves que aquí perecemos?
¿Puedes dormir así,
cuando el mar agitado nos abre
profundo sepulcro aquí?”

– – – – – – Coro: – – – – – – –
Los vientos, las ondas oirán tu voz,
¡Sea la paz!
Calmas las iras del negro mar,
las luchas del alma las haces cesar,
y así la barquilla do va el Señor,
hundirse no puede
en el mar traidor,
doquier se cumple tu voluntad;
¡Sea la paz! ¡Sea la paz!
tu voz resuena en la inmensidad
¡Sea la paz! .

Maestro, mi ser angustiado
te busca con ansiedad,
de mi alma en los antros profundos
se libra cruel tempestad;
pasa el pecado a torrentes
sobre mi frágil ser,
y perezco, perezco, Maestro,
¡Oh, quiéreme socorrer!

Maestro, pasó la tormenta,
los vientos no rugen ya,
y sobre el cristal de las aguas
el sol resplandecerá.
¡Maestro, prolonga esta calma,
no me abandones más,
cruzaré los abismos contigo
gozando bendita paz!

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