1- En el seno de mi alma una dulce quietud
se difunde embargando mi ser,
una calma infinita que solo podrán
los amados de Dios comprender.

– – – – Coro: – – – – –
¡Paz! ¡Paz! ¡Cuan dulce paz!
Es aquella qué el Padre me da,,
yo le ruego que inunde por siempre mi ser,
en sus ondas de amor celestial

2- Qué tesoro yo tengo en la paz que me dio
y en el fondo del alma ha de estar,
tan segura que nadie quitarla podrá
mientras miro los años pasar.

3- Esta paz inefable consuelo me da
descansando tan solo en Jesús,
y ningunos peligros mi vida tendrá
si me siento inundado en su luz.

4- Sin cesar yo medito en aquella ciudad
do al autor de la paz he de ver,
y en que el himno más dulce que allí he de cantar,
al estar con Jesús ha de ser.

5- Alma triste que en rudo conflicto te ves,
sola y débil tu senda al seguir,
haz de Cristo el amigo, que fiel siempre es,
y su paz tú podrás recibir.

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