Cantaré, cantaré del hermoso país
el lejano y glorioso jardín,
donde ha de vivir el alma feliz
mientras vuelen los siglos sin fin,
mientras vuelen los siglos sin fin;
donde ha de vivir el alma feliz
mientras vuelen los siglos sin fin.
¡Oh! la patria del alma
en sueños se ve,
sus muros de jaspe y cristal;
y cercano parece aquel bello Edén,
radiante de luz celestial,
radiante de luz celestial;
y cercano parece aquel bello Edén,
radiante de luz celestial.
Y el árbol de vida florece allá,
do fluye el río de amor,
y jamás en la santa ciudad entrará
ni la muerte ni amargo dolor,
ni la muerte ni amargo dolor;
y jamás en la santa ciudad entrará
ni la muerte ni amargo dolor.
Oh, cuán dulce será
en el santo país,
pasadas las penas aquí,
volvernos a ver en la vida feliz.
¡Qué tendremos con Cristo allí!
¡Qué tendremos con Cristo allí!
Volvernos a ver en la vida feliz,
¡Qué tendremos con Cristo allí!