Ved la fuente sanadora,
la que abrió el Salvador,
cuyas aguas refrescantes
son de perennal valor.
– – – – – – Coro: – – – – – – –
¡Oh preciosa fuente sanadora!
Para todos fluye libre.
¡Oh preciosa fuente sanadora!
¡Gloria a Dios! me sana a mí.
En la fuente que nos sana
he hallado el perdón
y lavado toda mancha,
de mi pobre corazón.
En la fuente que nos sana,
Cristo ofrece la salud;
pues venid enfermos todos
probaréis su gran virtud.
Esta fuente que nos sana
aún hoy día es eficaz;
ven sumérgete en ella,
cree y sano quedarás.