Cuando leo en La Biblia cómo
llama Jesús,
y bendice a los niños con amor,
yo también quisiera estar,
y con ellos descansar
en los brazos del tierno Salvador.

Ver quisiera sus manos sobre mí
reposar,
cariñosos abrazos de Él sentir,
sus miradas disfrutar,
las palabras escuchar:
“A los niños dejad a mí venir”

Más aún a su estrado en oración
puedo ir
y también de su amor participar;
pues si pongo en Él mi fe,
le veré y le escucharé,
en el reino que Él fue a preparar.

Todos los redimidos y salvados
por Él,
al Cordero celebran inmortal;
cantan voces mil y mil
en el coro infantil,
pues es de ellos el reino celestial.

Muchos hay que no saben de esa
bella mansión,
y no quieren a Cristo recibir;
les quisiera yo mostrar
que para ellos hay lugar,
en el cielo do los convida a ir.

Yo ansio aquel tiempo venturoso,
sin fin,
el más grande, el más lúcido, el
mejor,
cuando de cualquier nación
niños mil, sin distinción,
a los brazos acudan del Señor

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