Viniste al mundo
a traer un fuego,
el fuego santo de Dios un don;
y tú deseas que arda siempre
en cada alma y corazón.

– – – – – – Coro: – – – – – – –
Oh, llama viva, llama divina,
¡que arda siempre en mi corazón!
¡Oh! Cristo vivo, a ti yo sigo
hasta el día de redención.

Sobre tu pueblo
mandaste el fuego
cuando estaban en oración;
y todos ellos salieron luego
para anunciar de la salvación.

Durante siglos que han pasado,
el fuego nunca se apagó;
más sobre un pueblo santificado
el santo fuego siempre cayó.

Hoya su pueblo Jesús bautiza,
pues su promesa se cumplirá.
Ven, oh hermano, y ruega a Cristo,
y con poder te revestirá.

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