Si fui motivo de dolor, Señor;
si por mi causa el débil tropezó;
si en tus caminos yo no quise andar,
perdón, Señor.
Si vana y fútil mi palabra fue;
si al que sufría en su dolor dejé,
no me condenes, Dios,
por mi maldad; perdón, Señor.
Si por la vida quise andar en paz,
tranquilo, libre y sin luchar por ti,
cuando anhelabas verme en la lid,
perdón, Señor.
Escucha, ¡oh, Dios!,
mi pobre confesión,
y líbrame de tentación sutil.
Preserva siempre
mi alma en tu redil. Amén, amén.