Noventa y nueve ovejas son,
las que en el prado están,
mas una sola sin Pastor
por la montaña va.
Redil de paz allí dejó
y vaga en triste soledad,
y vaga en triste soledad.
Señor, ¿no bastan para ti,
las que a tu lado están?
“¡oh, no!, no bastan”,
el Pastor responde con afán;
“y al tenebroso bosque voy,
mi pobre oveja a rescatar,
mi pobre oveja a rescatar”
Oscura noche ve venir,
y negra tempestad,
mas todo arrostra y a sufrir,
lo lleva su bondad.
Jamás pensó en bienestar,
su oveja quiere restaurar
su oveja quiere restaurar.
Señor, ¿la sangre de quién es,
que en el sendero vi?
“por la oveja que faltó,
mi sangre yo vertí,
mi mano allí la zarza hirió,
mas mi oveja se salvó,
mas mi oveja se salvó’:
Del monte, el valle y del mar,
al cielo el eco va:
“mi cara oveja al fin hallé,
mi gozo celebrad’:
Contestan ángeles de allá:
“lo suyo Dios restaura ya.
Lo suyo Dios restaura ya”.