La tierna voz del Salvador,
nos dice conmovida:
“oíd al Médico de amor,
que da a los muertos vida”.
– – – – – – Coro: – – – – – – –
Nunca los hombres cantarán,
nunca los ángeles de luz,
nota más dulce entonarán,
que el nombre de Jesús.
Cordero manso ¡gloria a ti!
por Salvador te aclamo;
tu dulce nombre es para mí,
la joya que más amo.
La amarga copa del dolor,
Jesús, fue tu bebida;
y en cambio has dado al pecador,
el agua de la vida.
Borradas ya tus culpas son,
su voz hoy te pregona,
acepta, pues, la salvación,
y espera la corona.
Y cuando al cielo del Señor,
con Él nos elevemos,
arrebatados en amor
su gloria cantaremos.