Divina Luz, con tu esplendor benigno
Guarda mi pie;
Densa es la noche y áspero el camino;
Mi guía sé.
Harto distante de mi hogar estoy;
Que al dulce hogar de las alturas voy.
Amargos tiempos hubo en que tu gracia
No supliqué;
De mi valor fiando en la eficacia,
No tuve fe.
Mas hoy deploro aquella ceguedad:
Préstame, ¡oh luz!, tu grata claridad.
Guiando tú, la noche es esplendente,
Y cruzaré:
El valle, el monte, el risco y el torrente,
Con firme pie;
Hasta que empiece el día a despuntar
Y entre al abrigo de mi dulce hogar.